Colección LA OTRA OSCURIDAD: Novelas cortas en clave "noir"
No son estos los mejores tiempos para la difusión de nuevos libros, al menos de los tradicionales libros impresos. Razón de más para celebrar que en este entorno de pandemia e incertidumbre, presenciemos el valiente inicio de la colección de novelas cortas chilenas del género policial noir: La otra oscuridad, una compilación que bien podría llevar como subtítulo el de esta columna: Desafiando la pandemia.
La primera novela de la colección, es Teresa la tigresa, de Eduardo Soto Díaz, un autor que desde el año 2004 ha publicado varias novelas y cuentos en el género (también ha escrito y publicado novelas de ciencia ficción). Este primer número de la colección, contiene una historia con mucha acción, ágil y rápida, ambientada mayormente en barrios de la capital. Con dosis de humor y continuos enfrentamientos entre bandas de narcos (una de ellas es la de Teresa, que le da el título al libro), y de estos con la policía, lo que le da a la novela un entorno casi de guerra en las calles de Santiago y en la Región del Libertador General Bernardo O'Higgins.
El personaje central es el detective Filete Sotelo, quien apoyado por su nieto el Chuleta Montero, al más puro estilo negro va obteniendo pistas por medios poco canónicos y bastante alejados del código de buenas prácticas de su institución (la Policía de Investigaciones). Zigzagueando entre el fuego cruzado, Sotelo va sorteando obstáculos gracias a su buena puntería y la ayuda de una angelita de la guardia, no develaremos aquí si esas dos herramientas son o no suficientes para llevarlo a buen puerto. La trama se devela como el producto de un plan, una conspiración que va más allá de lo estrictamente criminal y que alcanza a miembros de las altas esferas de la sociedad, lo que una vez más, es parte del sello noir.
La segunda novela es Femicidios a la carta, de Bartolomé Leal, uno de los autores más prolíficos y de más prolongada trayectoria del noir criollo, ha publicado más de veinte obras en el género (cinco de ellas como coautor, bajo el seudónimo de Mauro Yberra). En esta novela, como en su anterior entrega (“Memorias de un asesino en serie”), Leal se zambulle en la mente de un asesino. A diferencia de “Memorias…” en Femicidios a la carta no tenemos un narrador en primera persona, sin embargo el narrador en tercera persona de esta novela, va muy metido dentro de la cabeza del personaje principal, David Piña, una cabeza bastante desquiciada por lo demás. Para reforzar la inmersión en el personaje el narrador a ratos le cede la palabra a Piña y a su siquiatra.
El entorno es el de los años de gobiernos de la Concertación, con arreglines, pitutos y acomodamientos en el aparato público, consumismo y vacuidad de los compatriotas alienados con el modelo de país (que en esa época se presentaba como el de “los jaguares de Latinoamérica”), es el marco en el que desata la misoginia desenfrenada y las perversiones de David Piña, que cataliza su rechazo al nuevo país que detesta, asesinando a las mujeres que alguna vez tuvieron un rol importante en su vida sexual. En el relato abundan escenas sórdidas, estilo realismo sucio, en las que el lenguaje escatológico alterna con algunos gustos refinados del protagonista. El personaje es, lamentablemente, el reflejo de la forma de ser de hombres que todavía existen fuera del mundo de la ficción.
El tercer número de la serie, es El caso Coelemu, la primera novela de Raúl Bustos Ruiz. El autor, como en su momento René Vergara, y más recientemente César Biernay, conoce por dentro los procedimientos y métodos de investigación de la Policía de Investigaciones de Chile. Para los narradores del género negro, que generalmente creamos historias desde fuera de la lógica institucional, este tipo de texto es una fuente de aprendizaje sobre los métodos reales.
El caso Coelemu, narra el cruel asesinato de un niño en un poblado campesino cercano a Chillán. La historia atrapa, está bien construida y el método de investigación, con sus desvíos y vericuetos, le da credibilidad a la historia. Este nuevo autor tiene “madera” para el género, aun cuando el estilo, a mi juicio, puede ser más trabajado a futuro. Hay ciertos detalles, particularmente en las primeras páginas de la novela, que pueden ser más pulidos en términos literarios, sin sacrificar el realismo de la narración.
Creo que esta nueva serie de novelas policiales cortas, que sale en medio de tiempos tan difíciles, es una excelente alternativa para estos tiempos de confinamiento. Pasamos más horas que antes frente al computador o la televisión, ya sea para tele trabajar, ver noticias, cine u otros programas, hacer trámites y pedir salvoconductos. En este nuevo modo de vida, resulta sano, y reconfortante alejarse de la pantalla por un rato y sumergirse en la literatura, en particular, en la de autores chilenos.
Comentario de Eduardo Contreras Villablanca
Siempre es bueno que se publiquen nuevos libros y hace falta una colección del género.
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